A veces estamos tan embotados, tan acostumbrados al sufrimiento que no nos damos cuenta.
La mente es capaz de habituarse a la tristeza y la ansiedad hasta considerarlas un estado
“normal”.
Esto suele producir malestar porque se establece una lucha entre razón y emoción.
La emoción desea permanecer en el mismo estado, sin modificaciones y la razón pide a gritos un cambio, es como estar con un pie en el acelerador y otro en el freno, al mismo tiempo. Por lo tanto, nuestro organismo incrementa significativamente su nivel de estrés debido a la
contradicción fundamental entre el principio del placer (lo que me gustaría hacer) y el
principio de la realidad ( lo que me conviene hacer).
No obstante, existen dos síntomas inequívocos que cuando aparecen son indicadores que la
relación no está funcionando :
* Comienzas a envidiar a otras parejas
* Comienzas a envidiar a otras parejas
* Se activa de manera persistente el recuerdo de viejos amores